Que Es Un Instituto De Vida Consagrada?

Que Es Un Instituto De Vida Consagrada
En la Iglesia católica un Instituto de Vida Consagrada es un tipo de institución de vida consagrada, cuyos miembros profesan los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia por medio de votos u otro vínculo sagrado.

¿Qué son los Institutos de la Vida Consagrada?

En la Iglesia católica un Instituto de Vida Consagrada es un tipo de institución de vida consagrada, cuyos miembros profesan los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia por medio de votos u otro vínculo sagrado.

¿Qué hacen las personas consagradas?

Cómo llevar una vida consagrada Mensaje de las maestras visitantes Estudie este material con espíritu de oración y busque inspiración para saber lo que debe compartir. ¿En qué forma el entender el propósito de la Sociedad de Socorro preparará a las hijas de Dios para las bendiciones de la vida eterna? “Consagrar es apartar o dedicar algo como sagrado, reservado para propósitos santos”, dijo el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles. “El verdadero éxito en esta vida se logra al consagrar nuestra vida, es decir, nuestro tiempo y opciones, a los propósitos de Dios”.

  • El élder Neal A.
  • Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Tendemos a pensar en la consagración únicamente como el ceder nuestras posesiones materiales cuando se nos solicite en forma divina; pero la consagración suprema consiste en entregarse uno mismo a Dios”.
  • Al consagrarnos a nosotros mismos a los propósitos de Dios, aumentará nuestra fe en Jesucristo y en Su expiación.

Conforme llevamos una vida consagrada, se nos puede santificar mediante esas acciones. Carole M. Stephens, anteriormente Primera Consejera de la Presidencia de la Sociedad de Socorro, dijo: “El élder Robert D. Hales enseñó: ‘Cuando hacemos convenios y los guardamos, salimos del mundo y entramos en el reino de Dios’.

  1. Cambiamos; nuestra apariencia es diferente y nuestra actitud es diferente.
  2. Las cosas que escuchamos, leemos y decimos son diferentes, y la forma en que nos vestimos es diferente porque nos convertimos en hijas de Dios ligadas a Él mediante un convenio”.
  3. La consagración es el convenio que Dios hace “con la casa de Israel”; “después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” ().

Llevar una vida consagrada se halla en armonía con el plan que Dios tiene para nosotros. Fe Familia Socorro Notas

D. Todd Christofferson, “Reflexiones sobre una vida consagrada”, Liahona, noviembre de 2010, pág.16. Véase Neal A. Maxwell, ” vuestra acción”, Liahona, julio de 2002, pág.39. Carole M. Stephens, “Bien atentas a nuestros deberes”, Liahona, noviembre de 2012, págs.115–116.

: Cómo llevar una vida consagrada

¿Qué significa instituto religioso?

607 § 2: «Un instituto religioso es una sociedad en la que los miembros, según el derecho propio, emiten votos públicos perpetuos, o temporales que han de renovarse sin embargo al vencer el plazo, y viven vida fraterna en común») y en otras, asociaciones de fieles ( CIC, c.

¿Qué significa instituto secular?

Qué son los Institutos Seculares –

Qué es un Instituto Secular Secularidad y consagración Miembros, forma de vida y apostolado

“Un Instituto Secular es un Instituto de Vida Consagrada en el cual los fieles, viviendo en el mundo, aspiran a la perfección de la caridad, y se dedican a procurar la santificación del mundo sobre todo desde dentro de él.” (Código Derecho Canónico c.710).

  1. Los institutos seculares son una realidad todavía joven en la historia de la Iglesia.
  2. Surgen en la primera mitad del siglo XIX y son aprobados por el Papa Pío XII en 1947 mediante la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia, y las ulteriores precisiones del Motu Proprio Primo Feliciter de 1948.

Hasta entonces, todas las personas que deseaban consagrarse a Dios tenían que abandonar el mundo y entrar en Religión, bien en una Orden Religiosa, bien en una Congregación. Desde que aparecen los institutos seculares, los laicos que se sienten llamados a través del camino de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, pueden consagrarse así a Dios, sin perder su condición de laico en la Iglesia, santificándose en el mundo y santificando el mundo desde dentro.

  1. Los institutos seculares, pues, aúnan secularidad y consagración: En efecto, el miembro de un instituto secular es plenamente laico y plenamente consagrado, uniendo en sí dos realidades que hasta entonces eran incompatibles.
  2. Está plenamente consagrado a Dios como el religioso y es plenamente laico como todos los demás cristianos no clérigos ni religiosos.

Nada pierde su consagración por el hecho de vivirse en medio del mundo, en las más variadas profesiones y ambientes sociales. Nada pierde de su carácter secular – de su ser laico – por el hecho de estar consagrado a Dios. El miembro de un instituto secular no es un religioso.

Es un laico (médico, maestro, abogado, mecánico.), un laico consagrado a Dios siguiendo el camino de los consejos evangélicos. Vive en el mundo, dentro de las condiciones ordinarias de la vida familiar, laboral y social, las cuales tejen su existencia. De este modo, los institutos seculares compaginan estas dos realidades que antes se consideraban incompatibles: la secularidad (que sus miembros siguen siendo laicos o seglares) y la consagración total a Dios de la propia vida.

De ahí que no sea fácil entender este don que el Espíritu Santo ha hecho a su Iglesia: la secularidad consagrada. Así es. Desde Pío XII en adelante, todos los papas han subrayado que los institutos seculares son obra del Espíritu Santo, que constantemente renueva su Iglesia para responder a las necesidades evangelizadoras del momento actual de la historia y del mundo.

  • Los institutos seculares se sitúan en el surco del camino conciliar la Iglesia, redescubriendo el valor de la creación y de la llamada original dirigida a cada persona en su misión de cuidar del mundo y transformarlo según la voluntad de Dios (cfr.
  • Gen.2,15).
  • Es urgente conocer y dar a conocer esta vocación tan actual y tan urgente de personas que se consagren a Dios practicando los consejos evangélicos, y con tal consagración especial, se esfuerzan por impregnar toda su vida y todas sus actividades, creando en sí mismas una total disponibilidad a la voluntad del Padre y trabajando por cambiar el mundo desde dentro” dijo el Beato Juan Pablo II (3/5/83).

Hoy en día la mayor parte de los campos de actividad humana que rigen el mundo y determinan para toda la humanidad modelos de comportamiento se hallan en manos de los seglares, de los laicos. Si en cada uno de esos ambientes existen personas consagradas a Dios, que aman al Señor como amor único y exclusivo de su vida y, a la vez, son plenamente competentes en el ejercicio de su profesión – la cual la viven como un modo de ordenar todas las realidades humanas según Dios – entonces ciertamente el mundo será renovado en Cristo “como desde dentro, a modo de fermento” (Lumen Gentium 31).

Gracias a esta síntesis vital entre consagración y secularidad, el miembro de un instituto secular aúna en su vida la pasión por Dios y la pasión por la humanidad, Se da totalmente a Dios y también al mundo, de modo que en el mundo se pueda percibir la sal del Evangelio, el perfume de Cristo. La doctrina de la Iglesia también prevé que los sacerdotes puedan asociarse en institutos seculares.

Aunque por el sacramento del Orden se convierten en pastores del Pueblo de Dios, dedicando su vida al ministerio de la Palabra y de los Sacramentos, no por ello pierden su relación intrínseca con el mundo, y ello les posibilita participar del carisma de los institutos seculares, ofreciendo además esta experiencia de consagración en el mundo a través de los consejos evangélicos al presbiterio en el que se insertan.

  1. Como son múltiples las circunstancias y las necesidades del mundo, también encontramos muy variadas formas de institutos seculares,
  2. Los hay sólo femeninos, la mayoría.
  3. Otros, son sólo de hombres laicos, o incluyendo además sacerdotes.
  4. Y, finalmente, también hay institutos seculares que aúnan las tres ramas: femenina, masculina laical y sacerdotal.

En cuanto a la forma de vida, muchos de los miembros de los institutos seculares viven con sus familias o solos. Otros, puede que formen pequeños grupos de vida común. Algunos institutos seculares tienen obras propias de apostolado, mientras que otros las rechazan por norma.

En definitiva, existe dentro de estos institutos un sano y rico pluralismo que la Iglesia siempre ha mantenido y defendido. El carisma de los institutos seculares expresa muy claramente algunas de las líneas fundamentales subrayadas por el Concilio Vaticano II : la vocación universal a la santidad, la presencia en el mundo para santificarlo desde dentro, etc.

“Si permanecen fieles a su misión, los institutos seculares serán en estos tiempos tan difíciles, el laboratorio experimental en el cual la Iglesia verifica cuáles han de ser sus relaciones con el mundo.” (Pablo VI, 25 marzo 1976).

¿Cuál es la importancia de la vida consagrada?

Cuando era joven, visité la Feria Mundial de 1964 de la ciudad de Nueva York. Uno de mis puestos favoritos era el pabellón de la Iglesia SUD con su impresionante réplica de las torres del Templo de Salt Lake. Allí vi por primera vez el video El hombre y su búsqueda de la felicidad.

  • La presentación del plan de salvación, narrada por el élder Richard L.
  • Evans causó gran impacto en muchos visitantes, incluso en mí.
  • Entre otras cosas, el élder Evans dijo: “La vida les ofrece dos dones de valor incalculable, uno de ellos es el tiempo, y el otro, la libertad de escoger, la libertad de adquirir lo que deseen con su tiempo.

Tienen la libertad de invertir su tiempo en placeres pasajeros; pueden emplearlo para satisfacer sus deseos bajos; son libres de invertirlo en la codicia “Suya es la libertad de escoger. Pero no piensen que esto es una ganga, porque en ello no encuentra satisfacción duradera.

  1. Llegado el momento, tendrán que responder por cada día, cada hora y cada minuto que haya durado su vida mortal.
  2. Es en esta vida que uno camina por la fe y demuestra tener la capacidad de escoger entre el bien y el mal, lo debido y lo indebido, procurando la felicidad más bien que la mera diversión, y la recompensa eterna será acorde con lo que uno escoja.

“Un profeta de Dios ha dicho: ‘Existen los hombres para que tengan gozo’, gozo que incluye la plenitud de la vida, una vida dedicada al servicio, al amor y la armonía en el hogar y los frutos de un trabajo honrado, la aceptación del evangelio de Jesucristo, de sus requisitos y mandamientos.

Sólo en ellos encontrarán la verdadera felicidad, la felicidad que no se desvanece al extinguirse las luces, la música y la multitud” 1, Estas palabras expresan la realidad de que nuestra vida en la tierra es una mayordomía del tiempo y las opciones que nuestro Creador nos ha otorgado. La palabra mayordomía trae a la mente la ley de consagración del Señor (véase, por ejemplo, D.

y C.42:32, 53 ) que tiene una función financiera, pero más que eso, es una aplicación de la ley celestial a nuestra vida aquí y ahora (véase D. y C.105:5 ). Consagrar es apartar o dedicar algo como sagrado, reservado para propósitos santos. El verdadero éxito en esta vida se logra al consagrar nuestra vida, es decir, nuestro tiempo y opciones, a los propósitos de Dios (véase Juan 17:1, 4, D.

  • Y C.19:19 ).
  • Al hacerlo, permitimos que Él nos eleve a nuestro destino más alto.
  • Me gustaría analizar con ustedes cinco elementos de una vida consagrada: pureza, trabajo, respeto hacia el cuerpo físico, servicio e integridad.
  • Como lo demostró el Salvador, una vida consagrada es una vida pura.
  • Si bien Jesús es el único que tuvo una vida sin pecado, quienes vienen a Él y toman Su yugo sobre sí pueden reclamar Su gracia, que los hará como Él, sin culpa y sin mancha.

Con profundo amor el Señor nos alienta con estas palabras: “Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha” ( 3 Nefi 27:20 ).

Por lo tanto, consagración significa arrepentimiento. Se debe abandonar la obstinación, la rebelión y la justificación, y reemplazarlos con sumisión, un deseo de corrección y aceptación de todo lo que el Señor requiera. Esto es a lo que el rey Benjamín llamó despojarse del hombre natural, someterse al influjo del Espíritu Santo y hacerse santo “por la expiación de Cristo el Señor” ( Mosíah 3:19 ).

A tal persona se le promete la presencia constante del Espíritu Santo, una promesa que se recuerda y se renueva cada vez que un alma arrepentida participa de la Santa Cena del Señor (véase D. y C.20:77, 79 ). En una ocasión, el élder B.H. Roberts expresó el proceso en estas palabras: “El hombre que camina en la luz, sabiduría y poder de Dios, finalmente, por asociación, hará suya la luz, sabiduría y poder de Dios—entrelazando esos rayos brillantes en una cadena divina, uniéndose para siempre a Dios y Dios a él.

  1. Eso la sustancia de las palabras místicas del Mesías: ‘Tú, oh Padre, en mí, y yo en ti’— mayor grandeza el ser humano no puede alcanzar” 2,
  2. Una vida consagrada es una vida de trabajo.
  3. Ya desde temprano en Su vida, Jesús estaba en los asuntos de Su Padre (véase Lucas 2:48–49 ).
  4. Dios mismo es glorificado por Su obra de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna de Sus hijos (véase Moisés 1:39 ).

De forma natural, deseamos participar con él en Su obra y, al hacerlo, debemos reconocer que todo trabajo honrado es el trabajo de Dios. En las palabras de Thomas Carlyle: “Todo verdadero Trabajo es sagrado; en todo Trabajo verdadero, aunque sólo sea trabajo manual, hay algo de divinidad.

  • El Trabajo, tan grande como la Tierra, tiene su culminación en los Cielos” 3,
  • Dios ha diseñado esta existencia mortal de modo que nos exija un esfuerzo casi constante.
  • Recuerdo la declaración simple del Profeta José Smith: “trabajando continuamente podíamos ganarnos un sostén más o menos cómodo” ( José Smith—Historia 1:55 ).

Mediante el trabajo mantenemos y enriquecemos la vida; nos permite sobrellevar las desilusiones y tragedias de la existencia mortal. Lo que logramos con esfuerzo produce autoestima. El trabajo edifica y refina el carácter, produce belleza, y es el medio para servirnos unos a otros y a Dios.Una vida consagrada está llena de trabajo, a veces repetitivo, de poca importancia o no apreciado, pero siempre produce mejoras, establece orden, sostiene, eleva, asiste, impulsa.

Después de hablar a favor del trabajo, también debo agregar algo positivo del esparcimiento. Así como el trabajo hace dulce el descanso, la recreación sana es el amigo y compañero estabilizante del trabajo. La música, el arte, el baile, el drama, los deportes, todos proporcionan entretenimiento para enriquecer la vida y consagrarla aún más.

Al mismo tiempo, casi es innecesario decir que mucho de lo que hoy se llama entretenimiento es ordinario, degradante, violento, aturde los sentidos y es una pérdida de tiempo. Irónicamente, a veces requiere gran esfuerzo encontrar entretenimiento sano.

Cuando el pasatiempo pasa de virtud a vicio, es un destructor de la vida consagrada. “Tened cuidado, pues que no juzguéis que lo que es malo sea de Dios” ( Moroni 7:14 ). Una vida consagrada respeta el incomparable don del cuerpo físico, una creación divina a la imagen misma de Dios. Un propósito central de la vida mortal es que cada espíritu reciba un cuerpo y aprenda a ejercitar el albedrío moral en un tabernáculo carnal.

En este mundo caído, habrá vidas penosamente cortas, cuerpos deformados, quebrados o apenas aptos para mantenerse vivos; pero la vida será suficientemente larga para cada espíritu y cada cuerpo cumplirá los requisitos para la resurrección. Quienes creen que nuestros cuerpos no son más que el resultado casual de la evolución, no sentirán responsabilidad ante Dios ni ante nadie por lo que hagan con su cuerpo.

Sin embargo, nosotros, quienes tenemos un testimonio de la realidad más amplia de una eternidad premortal, mortal y post mortal, debemos reconocer que tenemos un deber hacia Dios en cuanto a este logro supremo de Su creación física. Como dijo Pablo: “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el que tenéis de Dios, y que no sois vuestros? “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” ( 1 Corintios 6:19–20 ).

Si aceptamos estas verdades y el consejo del presidente Thomas S. Monson en la última conferencia general de abril, seguramente no desfiguraremos nuestro cuerpo con tatuajes, ni lo debilitaremos con drogas, ni lo profanaremos por medio de fornicación, adulterio o inmodestia 4,

Debemos consagrar su poder a servir y adelantar la obra de Cristo. Pablo dijo: “Os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio razonable” ( Romanos 12:1 ). Jesús demostró que una vida consagrada es una vida de servicio.

Horas antes de que comenzara la agonía de Su Expiación, el Señor humildemente lavó los pies de Sus discípulos y les dijo: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. “Porque ejemplo os he dado, para que así como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

  • De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió” ( John 13:14–16 ).
  • Las personas que hacen el bien en forma callada y considerada son un modelo de consagración.
  • Hoy en día, nadie aplica esta cualidad en su vida diaria con mayor perfección que el presidente Thomas S.
See also:  Que Es El Consejo Escolar De Un Instituto?

Monson. Él ha desarrollado un oído que puede discernir el más mínimo susurro del Espíritu que le indica la necesidad de alguien a quien puede ayudar. A menudo son actos simples que confirman el amor y el interés divinos, pero Thomas Monson siempre responde.

Para mí, la vida de mi abuelo y mi abuela, Alexander DeWitt y Louise Vickery Christofferson, son un ejemplo de ese tipo de consagración. El abuelo era un hombre fuerte y un buen esquilador de ovejas antes de que se usaran las máquinas eléctricas. Llegó a ser tan bueno que según él: “en un día esquilaba 287 ovejas, y podría haber esquilado más de 300, pero no había más para esquilar”.

En 1919, esquiló más de 12.000 ovejas y ganó unos US$ 2.000. Con el dinero hubiera podido ampliar la granja y mejorar la casa, pero recibió un llamamiento de las Autoridades para servir en la Misión de los Estados del Sur, y con el apoyo total de Louise, aceptó.

  • Dejó a su esposa (que entonces esperaba su primer hijo, mi padre) y a sus tres hijas con el dinero de la esquila.
  • A su feliz regreso dos años después dijo: “Nuestros ahorros alcanzaron para los dos años, y nos sobraron US$ 29”.
  • Una vida consagrada es una vida de integridad.
  • Se manifiesta en el esposo y la esposa que “honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad” 5,

Se manifiesta en el padre y la madre que demuestran que su prioridad principal es nutrir su matrimonio y asegurar el bienestar físico y espiritual de sus hijos. Se ve en aquellos que son honrados. Hace años conocí a dos familias que estaban en el proceso de disolver una empresa que habían establecido juntos.

Los dueños, dos hombres que eran amigos y miembros de la misma congregación cristiana, habían creado la empresa años antes. En general, habían tenido una buena relación comercial como socios; pero cuando envejecieron y la siguiente generación comenzó a tener parte en el negocio, comenzaron los conflictos.

Finalmente, todas las partes decidieron que sería mejor dividir los bienes y separarse. Uno de los dos dueños originales ideó una estratagema con sus abogados para asegurarse bastante mayor ganancia al hacer la separación, a expensas del otro socio y de sus hijos.

En una reunión de las partes, uno de los hijos se quejó del tratamiento injusto y apeló al honor y las creencias cristianas del otro socio. “Usted sabe que eso no es justo”, le dijo.”¿Cómo puede aprovecharse de alguien así, especialmente un hermano de la misma iglesia?” El abogado del primer socio le contestó: “¡Madura de una vez, no seas tan ingenuo!”.

La integridad no es ingenuidad. Lo que es ingenuo es suponer que no somos responsables ante Dios. El Salvador declaró: “Mi Padre me envió para que fuese levantado sobre la cruz pudiese atraer a mí mismo a todos los hombres, para que así como he sido levantado por los hombres, así también los hombres sean levantados por el Padre, para comparecer ante mí, para ser juzgados por sus obras, ya fueren buenas o malas” ( 3 Nefi 27:14 ).

El que vive una vida consagrada no trata de aprovecharse de los demás, más bien, volverá la otra mejilla, y si fuese necesario dar su túnica, dejará también su capa (véase Mateo 5:39–40 ). Los regaños más severos del Salvador fueron hacia los hipócritas. La hipocresía es muy destructiva, no sólo para el hipócrita, sino para todo el que observa o conoce su conducta, en especial los niños.

Destruye la fe, ya que la honradez es la buena tierra de la que la fe se enriquece. Una vida consagrada es una cosa hermosa. Su fuerza y serenidad son “como un árbol muy fructífero plantado en buena tierra, junto a un arroyo de aguas puras, que produce mucho fruto precioso” ( D.

  • Y C.97:9 ).
  • De particular importancia es la influencia sobre los demás de un hombre o una mujer consagrados, especialmente sobre sus seres más cercanos y queridos.
  • La consagración de muchos que nos antecedieron ha ayudado a establecer la base para nuestra felicidad.
  • De igual manera, la vida consagrada de ustedes dará valor a las generaciones futuras, quienes reconocerán la deuda que tienen con ustedes por todo lo que realmente importa.

Que nos consagremos como hijos e hijas de Dios “para que cuando él aparezca, seamos semejantes a él, porque lo veremos tal como es; para que tengamos esta esperanza” ( Moroni 7:48 ; véase también 1 Juan 3:2 ), ruego, en el nombre de Jesucristo. Amén.

¿Qué quiere decir la palabra consagrada?

Hacer sagrado a alguien o algo.2. tr. Conferir a alguien o algo fama o preeminencia en determinado ámbito o actividad.

¿Cuáles son los tres consejos de la vida consagrada?

Estos son : pobreza, castidad y obediencia. Curiosamente, todos los católicos estamos llamados a vivir estos tres consejos.

¿Qué significa ser una mujer consagrada?

Valeria PerassoBBC World Service

10 diciembre 2018 Que Es Un Instituto De Vida Consagrada Fuente de la imagen, Today’s Catholic/Joe Romie Pie de foto, La ceremonia es parecida a la de una boda, pero el novio, en este caso, es Jesucristo. Jessica Hayes consiguió un vestido de novia, un velo y un anillo de boda. Pero cuando estaba en el altar frente al obispo, lista para iniciar una ceremonia religiosa solemne, a su lado no había ningún novio.

  1. Estaba allí para casarse con Jesucristo,
  2. Hayes, de 41 años, es una virgen consagrada, una vocación adoptada por algunas mujeres dentro de la Iglesia Católica que desean entregarse como novias a Dios.
  3. Durante el rito de consagración, la candidata – que lleva un vestido blanco igual al de una novia- hace votos perpetuos de castidad y promete que nunca mantendrá relaciones sexuales o amorosas.

Para llegar hasta allí debe, además, haberse mantenido virgen toda la vida. Las mujeres creyentes que deciden dar este paso también llevan un anillo de bodas, símbolo de que están místicamente comprometidas con Cristo. “A menudo me ven el anillo y me preguntan ‘¿estás casada?”, dice Hayes.

  • Por lo general les doy una breve explicación de que soy algo parecido a una hermana religiosa, con un compromiso total con Cristo pero que vivo afuera, en el mundo”.
  • Fuente de la imagen, Joe Romie Pie de foto, El anillo es un símbolo místico de su compromiso con Cristo, creen las vírgenes.
  • Al contrario que las monjas, las vírgenes consagradas no se mudan a comunidades cerradas ni llevan hábito o túnica,

Su vida es secular, tienen sus trabajos, se solventan sus propios gastos y son económicamente independientes. “He trabajado como maestra de secundaria durante 18 años. Actualmente doy clases en la misma escuela en la que estudié”, cuenta Hayes, que vive en Fort Wayne, Indiana (Estados Unidos).

” me di cuenta de que no compartía el llamado a una vida comunitaria tal y como la que se hace en una congregación religiosa, no tenía afinidad con ningún apostolado específico ni quería llevar la rutina de las monjas en un convento”. Fuente de la imagen, Today’s Catholic/Joe Romie Pie de foto, En el momento más significativo de la consagración, la virgen se tumba boca abajo frente al altar, en señal de ofrenda.

Cuando no está dando clase, Hayes dedica la mayor parte de su tiempo a la oración y a cumplir penitencia, Tiene que reportarse al obispo de su diócesis y mantiene reuniones regulares con un consejero espiritual. “Vivo en un barrio y tengo vecinos, pertenezco a la parroquia que está a poco más de 3 kilómetros de mi casa y estoy disponible para ayudar a familiares y amigos.

¿Que se ofrece en la consagración?

1. ¿Qué es la “consagración” en la Misa? ¿Es lo mismo que la transubstanciación? – La “consagración” en la Misa hace referencia al momento central en que el pan y el vino, por las palabras de Cristo pronunciadas por el sacerdote y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

  • La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas (cfr.
  • Catecismo de la Iglesia Católica, n.1377) La Iglesia se mantiene fiel al mandato del Señor en la última cena, y continúa celebrando este misterio, en memoria de Jesucristo, hasta su retorno glorioso (cfr.

Catecismo de la Iglesia Católica, n.1333, IGMR, n.79 d). Por la consagración del pan y del vino se da la conversión de toda la sustancia del pan en el Cuerpo de Cristo y toda la sustancia del vino en su Sangre. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cfr.

Catecismo de la Iglesia Católica, 1413). A esta transformación la Iglesia la llama transubstanciación, por lo que propiamente diríamos que por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Textos de san Josemaría para meditar Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor.

Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda Él mismo. Irá al Padre, pero permanecerá con los hombres. No nos legará un simple regalo que nos haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como la fotografía que pronto aparece desvaída, amarillenta y sin sentido para los que no fueron protagonistas de aquel amoroso momento.

Bajo las especies del pan y del vino está Él, realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad ( Es Cristo que pasa, 83 ). Quam oblationem, Se acerca el instante de la consagración. Ahora, en la Misa, es otra vez Cristo quien actúa, a través del sacerdote: Este es mi Cuerpo. Este es el cáliz de mi Sangre,

¡Jesús está con nosotros! Con la Transustanciación, se reitera la infinita locura divina, dictada por el Amor. Cuando hoy se repita ese momento, que sepamos cada uno decir al Señor, sin ruido de palabras, que nada podrá separarnos de Él, que su disponibilidad —inerme— de quedarse en las apariencias ¡tan frágiles! del pan y del vino, nos ha convertido en esclavos voluntarios: præsta meæ menti de te vivere, et te illi semper dulce sapere, haz que yo viva siempre de ti y que siempre saboree la dulzura de tu amor ( Es Cristo que pasa, n.90 ).

¿Qué es ser instituto?

Un instituto es una institución que se ocupa de un servicio concreto y que tiene una finalidad específica. El concepto, con origen en el vocablo latino institutum, abarca las instituciones educativas, científicas y culturales, entre muchas otras clases.

  1. Por ejemplo: “El Instituto Tecnológico de Santiago anunció la puesta en marcha de un nuevo ciclo de cursos”, “El investigador italiano se desempeñaba en un instituto científico de su ciudad natal”, “El director del Instituto Regional de Agricultura reclamó más apoyo al gobierno nacional”,
  2. Algunos institutos son organismos oficiales que funcionan bajo la órbita del gobierno y que pertenecen al Estado,

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos ( INDEC ) de Argentina es un ejemplo de este tipo de instituciones. Otros institutos, en cambio, son entidades independientes, gestionadas por la sociedad civil para prestar ciertos servicios. Un instituto, por otra parte, es un centro estatal de enseñanza secundaria : “Mi hijo termina este año el instituto y después comenzará a estudiar abogacía”, “Un alumno de instituto fue demorado por la policía ya que fue acusado por la destrucción de patrimonio público”,

Instituto Atlético Central Córdoba, conocido simplemente como Instituto, es un club deportivo de la ciudad de Córdoba ( Argentina ) que fue fundado en agosto de 1918, Su equipo de fútbol actualmente compite en el Nacional B, la segunda división del fútbol argentino. La Guardia Civil, nombre que recibe un cuerpo de seguridad pública existente en países como España y Argentina, es un Instituto Armado.

La Ley lo reconoce como parte integral de las Fuerzas de Seguridad a nivel estatal y, del mismo modo, su misión es garantizar la protección la libertad de derechos y libertades de los habitantes del país en el que ejercen. La formación de un futuro Guardia Civil incluye nociones moderadas de leyes, sociología, defensa personal y normas de la vía pública.

  1. Cabe mencionar que, si bien muchas personas la confunden con el cuerpo de Policía, la Guardia Civil se especializa en cuestiones propias de la convivencia y el estado de las calles, y no se ocupan directamente de la investigación de actividades delictivas y criminales.
  2. Por otro lado, suelen ser la figura con la cual la mayoría de los ciudadanos establecen el contacto inicial para resolver sus inquietudes, y muchas veces se vuelve necesaria la intervención de la Policía.

Institutos de Vida Consagrada La Iglesia Católica, a través del Código de Derecho Canónico, contempla dos formas de sociedad eclesiástica para la vida consagrada: el instituto religioso (ya sea orden o congregación) y el instituto secular (una asociación para personas laicas). Los miembros de los institutos religiosos deben emitir votos públicos, los cuales pueden ser temporales o perpetuos, y conviven en fraternidad.

Es posible realizar una distinción básica entre los institutos masculinos y los femeninos; a su vez, dentro de cada categoría existen diversas posibilidades: Masculinos * órdenes : dentro de esta clasificación es posible encontrar órdenes monásticas, de clérigos regulares, mendicantes y de canónigos regulares; * congregación religiosa : se contemplan los tipos clerical y laical ; Por otro lado, existen sociedades de vida apostólica, órdenes y congregaciones pertenecientes a las iglesias católicas orientales, o sea, a aquellas que se reconocen como católicas y respetan la autoridad del papa pero no han modificado sus ritos y su organización particular.

Femeninos Los institutos religiosos femeninos se dividen básicamente en aquellos que cuentan con casas autosuficientes, tal como ciertas órdenes, o bien los llamados centralizados (que no son autónomos). Por otra parte, los institutos seculares reciben a personas lacias que profesan la castidad, la obediencia y la pobreza, y que entregan su vida a la adoración de Jesucristo y se comprometen a trabajar para santificar el mundo,

¿Cuál es la función de las instituciones religiosas?

A las instituciones religiosas se les suelen atribuir cinco funciones básicas y se les considera legitimadas para llevarlas a cabo: la atención religiosa (culto), el mantenimiento de la referencia religiosa (doctrina), la constitución de una moral comunitaria (moral), la representación colectiva (interlocución) y la

¿Que enseñan los colegios religiosos?

Se imparte principalmente en los centros educativos de enseñanza primaria y de enseñanza secundaria y sus contenidos son los dogmas, creencias, principios, moral y ritos de una determinada confesión religiosa.

¿Qué se necesita para ser laica consagrada?

Laicos Consagrados – Presentation de Marie Que Es Un Instituto De Vida Consagrada Los miembros laicos consagrados de la familia espiritual de la Presentación de María desean vivir de manera singular el carisma de la Beata María Rivier, para seguir más de cerca a Jesucristo y vivir los valores evangélicos como luz y levadura en el mundo.

  • Son mujeres y hombres católicos, solteros o viudos, que son llamados interiormente por Dios a buscar una vida de caridad perfecta a través de la consagración por voto privado de castidad vivido en el celibato, eligiendo un amor preferencial por Dios y por su gloria, al servicio de su Reino.
  • En un diálogo abierto, el guía ayuda a la persona a discernir los caminos del Espíritu Santo en su vida y camino y a responder a sus llamadas.

Después de un período de formación, los que desean comprometerse como laicos consagrados pueden hacer un compromiso por voto privado de castidad vivido en el celibato. : Laicos Consagrados – Presentation de Marie

See also:  Cuando Empieza El Instituto En Cadiz?

¿Qué diferencia hay entre laico y secular?

Por su parte, los ‘ laicos ‘ no son eclesiásticos ni religiosos y los ‘ seculares ‘ no están sujetos a los votos religiosos y como tales ambos son independientes de la autoridad de los organismos eclesiásticos o religiosos: los primeros porque lisa y llanamente son no-creyentes y los segundos a pesar de ser creyentes.

¿Qué significa secular en la Biblia?

La secularidad cristiana: mirar el mundo desde Dios, julio – septiembre 2018 José Ramón Villar, profesor Ordinario de Teología Sistemática, Facultad de Teología (Universidad de Navarra) San Josemaría Escrivá, fundador de la Universidad de Navarra, pronunció su homilía «Amar al mundo apasionadamente» durante la misa celebrada en Pamplona el 8 de octubre de 1967, con ocasión de la II Asamblea de Amigos de la Universidad. Que Es Un Instituto De Vida Consagrada A la vuelta del tiempo transcurrido desde 1967, año en el que san Josemaría pronunció la homilía «Amar al mundo apasionadamente» —como apareció luego titulada en España en el libro Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer —, sería pretencioso añadir nuevos comentarios realmente originales sobre la homilía.

Basta asomarse a la no pequeña bibliografía histórico-teológica y espiritual que ha analizado con detalle el contexto y significado de las palabras pronunciadas por san Josemaría en aquella inolvidable ocasión. Entre ella, también se encuentra Nuestro Tiempo, con dos artículos publicados por los profesores Pedro Rodríguez y Domingo Ramos-Lissón en 2003.

Para no volver a exponer lo ya sabido por un lector conocedor de la homilía e interesado en ella, quizá sea más útil prolongar alguna cuestión tratada en aquellos textos publicados en la revista. Quien leyera entonces el análisis pormenorizado de la «homilía del campus» llevado a cabo por el profesor Pedro Rodríguez con el objeto de desentrañar «el sentido de un mensaje», ese lector, digo, encontró en la segunda parte de su escrito unas tesis sobre la secularidad.

Además de otros temas, el autor abordaba el planteamiento que ofrecía san Josemaría acerca de la relación cristiana con el mundo, y su distancia con otras ideas sobre la secularidad que estuvieron en boga a finales de los sesenta del siglo pasado en ciertos ámbitos eclesiales del momento. Se podrá ilustrar esa diferencia acudiendo a un acontecimiento —entre muchos otros que cabría evocar— de aquellos años de agitación social, cultural y eclesiástica.

Un proyecto de secularización Me refiero al llamado «concilio pastoral holandés», celebrado en varias sesiones entre 1966 y 1970, que aspiraba a ser una deliberación de la provincia eclesiástica de Holanda para la aplicación del Concilio Vaticano II.

  • Al lector que viviera de cerca esa época le vendrá a la memoria que el estado ambiental de aquella asamblea venía dominado por un determinado proyecto de secularidad, o más bien de secularización.
  • Vaya por delante que el término secularización posee sentidos muy diferentes.
  • Puede designar el proceso histórico de separación entre los ámbitos eclesiásticos y civiles, como sucedió en el Occidente cristiano a partir del siglo XVIII; o bien, por el contrario, puede referirse a una posición ideológica sobre la relación entre religión y vida, entre sagrado y profano, entre fe y razón, entre Iglesia y mundo.

En esta segunda acepción se situaba la llamada «teología de la secularización» que mencionaba el profesor Rodríguez, y que podemos ilustrar brevemente a partir de los documentos provisionales de trabajo de aquella asamblea —por fortuna, no todos ellos encontraron aceptación—.

En esos textos el mundo se presentaba «como lo profano frente a lo segregado, a lo sagrado. El término mundo remitía a una realidad proyectada por el hombre, referida al hombre, a la naturaleza como hecha por el hombre. Además del hombre (y de la naturaleza a su disposición) ninguna causa extra-empírica influye en la historia» (1).

El mundo, lo profano, se entendía como la entera realidad dotada de dinámica propia y de finalidad inmanente a sí misma ajena a Dios. La mentalidad del hombre moderno, configurada por los avances científicos y por el análisis marxista de la historia, no dejaría espacio para la dimensión religiosa y vertical del ser humano.

  • En esta concepción secular de la realidad no habría presencia, intervención y salvación de Dios, puesto que no habría «ninguna causa extra-empírica» que afectara a este mundo.
  • El mundo ya no habla de Dios, porque nada habría en él superior al contenido deducido por la experiencia humana directa, ni ofrecería espacio alguno para una salvación trascendente que fuera más allá de la que es posible alcanzar en este mundo con los medios humanos.

Las consecuencias de esta visión secular para la comprensión de la fe cristiana eran necesariamente radicales. La experiencia secular del mundo ya no permitía un espiritualismo ingenuo. Para hacer significativa la fe cristiana en este nuevo contexto, el lenguaje de la fe debería sustituir sus contenidos trascendentes por otros inmanentes al mundo y así aceptables para la mentalidad secular.

Por ejemplo, se proponía a la asamblea holandesa que «el reino de Dios no se puede buscar en el cielo, sino que hay que construirlo aquí en este mundo. No hay posibilidad de evasión a otra realidad». Era esta una percepción extendida en ciertos círculos eclesiásticos del momento. Como confesaba inocentemente una religiosa al teólogo francés Luis Bouyer en el agitado año de 1968: «Para mí, mi religión solo conoce la dimensión horizontal» (2).

Así las cosas, el culto y reconocimiento de Dios, su alabanza y glorificación quedaban sin fundamento. La secularidad —según el llamado «ateísmo cristiano»— sugería que había llegado el momento en que la lectura matinal del periódico debía sustituir la oración de la Iglesia (3); y en línea similar se proponía en la asamblea holandesa «convertir en auténtica oración el plan esmerado del programa del día, la lectura seria del periódico, la reflexión común sobre nuestra tarea en el acontecer mundano» (4).

El lenguaje cristiano cambiaba enteramente de significado cuando, por ejemplo, el teólogo holandés W.J. Veldhuis sostenía en aquellos años la necesidad de «no mirar hacia arriba» para «encontrar a Dios en el mundo» (5). En esta comprensión del mundo, Dios sería a lo más una pura expectativa que se encuentra al final de la historia, y que los creyentes acreditan cuando se comprometen en la transformación de la realidad terrena.

Un compromiso que podía calificarse como cristiano, se decía, «si tiene su norma y modelo de actuación en Jesús de Nazareth », a saber, en «su actitud revolucionaria frente al orden reinante» (6). Jesús sería un símbolo de los cambios epocales que se anunciaban inminentes, y donde la fe sería «una inspiración para el servicio de la vida», «una música vital», «una posibilidad de encontrarse en la vida con más libertad y confianza» y así transformar la realidad del mundo en «historia de salvación» (7).

Naturalmente, tal identificación de la existencia con el mundo y sus tareas volatilizaba lo específico de la fe cristiana. ¿Qué Dios podría encontrarse en un mundo clausurado en sus propios límites, que no debería «mirar hacia arriba»? Ese mundo resultaría incapaz de ofrecerse como lugar del encuentro con el Dios Creador y Salvador, a quien reconocer y adorar, de la fe cristiana.

Santidad cristiana y realidad secular En la «homilía del campus» la aproximación de san Josemaría a la relación cristiana con el mundo tiene un contexto radicalmente diferente del que proponía aquel proyecto de secularización. Esto es así porque san Josemaría, obviamente, habla a partir de la nueva criatura regenerada en Cristo mediante la fe y el bautismo, es decir, desde el don que procede de Dios, y no del mundo.

  • Recordemos algunos datos básicos de la fe cristiana al respecto.
  • La fe es acogida de la palabra de Dios en la revelación y sus testimonios, que se transmite en la comunidad convocada por Dios en Cristo, que es la Iglesia.
  • La fe es un conocimiento sobre Dios, y el cristiano tiene algo que decir en la medida en que comunica algo sobre Dios.

Si solo dijese algo sobre el hombre y el mundo, sin hablar de Dios, nada aportaría a la humanidad. Por lo mismo, el creyente no puede configurar desde la fe el mundo si antes Dios mismo no lo dota de ese conocimiento —la fe— y de esa capacidad —la gracia—.

No es posible amar según Dios al prójimo y al mundo si antes el hombre no sabe cómo Dios ama al mundo y al hombre mismo. El mundo no es portador de sentido al margen de Dios, pues son justamente el mundo y la existencia humana los que están indigentes de sentido. Por eso, no pueden identificarse —como proponía el proyecto de secularización antes evocado— la relación con Dios y la relación con el mundo: el hombre no llega a Dios ocupándose solo del mundo.

El mundo adquiere sentido desde el encuentro con Dios en la fe de la Iglesia. Cuando se piensa que ya no se puede pedir al hombre moderno este encuentro con Dios y con su palabra, y en su lugar se remite solo a la tarea en el mundo, precisamente entonces no se descubre el significado salvador de la presencia de Dios en el mundo.

  • El fenómeno originario de la fe es, pues, la relación personal con el Dios de la creación y de la gracia.
  • San Josemaría no siente necesidad de explicitar en su «homilía del campus» este contenido elemental de la fe, dándolo por conocido cuando se dirige a un auditorio sabedor de que la salvación procede de Cristo y de que no es posible «encontrar a Dios en el mundo» sin a la vez «mirar hacia arriba», por decirlo con la citada tesis de Veldhuis,

San Josemaría, porque presupone todo ello, puede ofrecer entonces con tranquila confianza formulaciones incisivas con un significado radicalmente diferente de una mentalidad secularizadora. Sin riesgo de equívocos afirma la vida ordinaria como «verdadero lugar» de la existencia cristiana (8), o propone nítidamente: «No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca»; o bien asegura que hay «un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir» (9).

Esta afirmación de la vida ordinaria como espacio de encuentro con el Señor nada tiene que ver con postergar el templo o la vida eclesial. San Josemaría quiere subrayar más bien el valor del mundo a la luz de la fe, y lo hace con toda intencionalidad teniendo en cuenta la escasa relevancia que durante siglos la praxis eclesiástica atribuyó a la vida ordinaria en la santificación cristiana.

Justamente por eso quiere afirmar en un lenguaje comprensible el valor del mundo para la santidad cristiana. «En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria.» (10).

Aquí se encuentra, como señalaba el profesor Rodríguez, el «eje doctrinal» de la homilía, a saber, exponer el modo de llevar a cabo «una vida santa en medio de la realidad secular» (11). Bien sabe san Josemaría, además, que no se está dirigiendo a un grupo de religiosas de clausura o de monjes, sino a un auditorio constituido masivamente —como sucede en la Iglesia misma— por cristianos laicos, a los que expone el modo de vivir santamente su relación constitutiva con el mundo.

San Josemaría, en efecto, habla de la «realidad secular», que es el ámbito propio de los laicos, y lo hace en continuidad implícita con el Concilio Vaticano II, que caracteriza a los laicos en virtud de lo que llamó «índole secular» de su condición laical (12).

  1. Esta perspectiva de las palabras de san Josemaría nos invita a indagar en el significado de la secularidad cristiana en general, y en el modo propio de vivirla de la mayoría de los cristianos, es decir, la «índole secular» de los fieles laicos.
  2. La secularidad cristiana Secularidad designa la pertenencia del ser humano al saeculum ( mundo en latín), esto es, al mundo creado por Dios.

La secularidad es una nota antropológica común a toda persona en virtud de su condición creatural. En este sentido, todo ser humano es secular. La fe y el bautismo no anulan esta condición sino que transforman a la persona en «nueva criatura» llamada a «caminar en novedad de vida» (cf.

Rom 6, 4). Esta novedad —ya lo hemos apuntado— no procede del mundo, sino del don de Dios mediante la fe y los sacramentos. San Josemaría presupone en sus oyentes este conocimiento básico de la condición cristiana: la vida nueva de hijos de Dios en Cristo, sostenida y acrecentada por los sacramentos y la oración, que comporta una nueva forma de vivir en el mundo.

Esta vida nueva no anula, decíamos, la secularidad o relación del hombre con el mundo —la misma que el cristiano comparte con los no cristianos—, que sigue siendo elemento de su condición cristiana. Con el bautismo, el mundo y su dinámica no se tornan en un simple escenario donde el bautizado desarrolla su existencia, sino que permanecen como dimensión intrínseca de su vida humana, ahora cristiana.

  • No desaparece la secularidad.
  • Ahora bien, la regeneración bautismal reconfigura decisivamente la relación connatural al mundo —«sana y eleva» la naturaleza, dirá la teología clásica— desde la redención de Cristo y a la espera de la consumación final.
  • En virtud de esta nueva secularidad cristiana, todo bautizado ha de contribuir, dice el Concilio Vaticano II, «a la restauración de todo el orden temporal» (13), a «restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y de ordenarlos hacia Dios por Cristo » (14).

Con ello no hay que temer que se confundan entre sí Dios y mundo, sagrado y profano, Iglesia y mundo; pero tampoco están en simple yuxtaposición, sino que constituyen una unidad que implica a la vez relación y diferencia, pues el orden de la gracia y el orden de la creación «aunque se distinguen, se compenetran de tal forma en el único designio de Dios, que el mismo Dios busca, en Cristo, reasumir al universo mundo en la nueva criatura, incoativamente aquí en la tierra, plenamente en el último día» (15).

El magisterio pontificio ha designado esta nueva relación cristiana con el mundo con la expresión «dimensión secular» de la Iglesia. «La Iglesia —decía el beato Pablo VI — tiene una auténtica dimensión secular, inherente a su íntima naturaleza y a su misión». «Todos los miembros de la Iglesia —reiteraba san Juan Pablo II — son partícipes de su dimensión secular».

Así pues, la secularidad es cualidad común a todos los bautizados. Precisamente porque es una nota común a todos, se ha discutido en la teología reciente qué es la «índole secular» que el Concilio atribuye como propia de los laicos. Clarificar esta cuestión es asunto capital para comprender el alcance teológico de la homilía de san Josemaría.

  1. La «índole secular» de los laicos Si la secularidad es común a todos los bautizados, no se ve entonces cómo pueda ser una cualidad que identifique y diferencie en la Iglesia a los laicos en cuanto tales.
  2. En realidad, laico designaría la condición cristiana sin más, al cristiano sin otra cualificación.

Según esto, no existen en rigor cristianos laicos, sino cristianos. El término laico podría tener un uso práctico, pero no añadiría una cualidad propia a la condición bautismal. En cambio, quienes se caracterizan en la Iglesia por algo serían los ministros ordenados —el sacramento del orden— y los religiosos —un carisma especial—.

  1. Nótese que la raíz de esta objeción es la identificación de la secularidad común a todos, que deriva del bautismo, con la «índole secular» de los laicos.
  2. Se olvida que la secularidad o «dimensión secular de la Iglesia» no se realiza de modo unívoco.
  3. Pablo VI y Juan Pablo II, tras afirmar que la relación con el mundo es una cualidad común a todo bautizado, precisan que «se realiza de formas diversas en todos sus miembros» ( Pablo VI ); si todos son partícipes de ella, no obstante «lo son de formas diversas» ( Juan Pablo II ).

Existen modos diferentes de realizar la secularidad cristiana, según la diferente condición de los bautizados, como ministros, o religiosos o laicos. Si todos los laicos son cristianos, no todos los cristianos son laicos. Esto significa que existe algo propio en la condición laical que puede cambiar en otra.

Esa cualidad caracterizadora de su vocación cristiana es la «índole secular», que el Concilio atribuye a los laicos, que constituye su forma propia de vivir la secularidad, diferente de otras —la de los religiosos, por ejemplo—, y que se caracteriza porque se lleva a cabo «desde dentro» del mundo mismo.

See also:  Cual Es El Mejor Instituto De Tenerife?

En esa línea se mueve la segunda precisión que debemos anotar. En efecto, cuando el Concilio Vaticano II dice que «a los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales», se remite a las circunstancias que configuran la existencia de los laicos: «Viven en el siglo, es decir, en todas y cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida» (16).

  • Esta «realidad secular» que describe el Concilio, y que san Josemaría presenta en su homilía como lugar de santidad, no es una simple circunstancia sociológica irrelevante.
  • Si ese fuera el caso, el mundo sería simple escenario pastoral y ocasión externa para la vida y el testimonio cristiano, pero el mundo y sus tareas quedarían intocadas por la gracia y ajenas a la fe cristiana.

Por el contrario, según el Concilio, esa realidad secular se transforma para los laicos en verdadera vocación divina: «Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo» (17).

  1. Dios asigna a ese cristiano como vocación y misión, para buscar el Reino de Dios, el lugar que ya tenía en el orden de la creación —y que comparte con los no cristianos—.
  2. Por eso, san Juan Pablo II, al tratar de la identidad eclesial de los laicos, hacía notar que «la “índole secular” del fiel laico no debe ser definida solamente en sentido sociológico, sino sobre todo en sentido teológico», y concluía: «La condición eclesial de los fieles laicos se encuentra radicalmente definida por su novedad cristiana y caracterizada por su índole secular» (18).

La condición bautismal es, pues, lo sustantivo que define al laico; laico es el adjetivo que cualifica su existencia. Para los laicos, su posición humana en el interior de la dinámica secular cualifica su vocación cristiana y eclesial como laicos. Si retornamos a la «homilía del campus», las consideraciones anteriores ofrecen el marco teológico adecuado para captar el alcance del eje de la homilía de san Josemaría : la «vida santa en medio de la realidad secular» como el «verdadero lugar» de la existencia cristiana para los fieles laicos donde «encontrar al Señor».

  1. Para concluir, conviene notar que la santificación o restauración del mundo según el designio de Dios no es tarea que ataña de modo exclusivo a los laicos.
  2. La misión de toda la Iglesia «no es solo entregar —dice el Concilio Vaticano II— el mensaje de Cristo y su gracia a los hombres, sino también el impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico» porque «la obra de la redención de Cristo, mientras tiende de por sí a salvar a los hombres, se propone la restauración incluso del orden temporal» (19).

Este doble momento de la misión, la salvación de los hombres y la restauración del orden terreno según el designio de Dios, es tarea de todos en la Iglesia, cualquiera que sea su posición en ella. Lo exclusivo y propio de los laicos no es, pues, santificar el mundo —también lo hace el monje de otra forma desde su retiro orante—, sino el modo propio de llevarlo a cabo, es decir, desde su situación humana asumida como vocación cristiana.

De esta forma los laicos hacen presente a la Iglesia en el mundo en virtud de su existencia cristiana vivida con autenticidad y, por eso, realizadora del Reino de Dios en la medida en que la Iglesia peregrina puede anticipar. (1) Pastoral Concilie van de Nederlandse Kerkprovince (PC), Amersfoort: Katholiek Archief, 1966-1970, 5, 84.

(2) L. Bouyer, La descomposición del catolicismo, Barcelona: Herder, 1969, 51. (3) Cf.D. Sölle, Ateistisch an Gott glauben, 1968. (4) PC 5, 24. (5) Zerbrochene Gottesbilder, Freiburg: Herder, 109-149. (6) PC 5, 23. (7) Ídem 6, 80ss. (8) Conversaciones, n.113e.

  • 9) Ídem n.114e.
  • 10) Ídem n.116b.
  • 11) Ídem 123a. (12) Cf. Const. dogm.
  • Lumen gentium n.31.
  • 13) Decr.
  • Apostolicam actuositatem, n.5.
  • 14) Ídem n.7.
  • 15) Ídem n.5.
  • 16) Const. dogm.
  • Lumen Gentium n.31.
  • 17) Ídem n.31 (18) Exh. apost.
  • Christifideles laici, n.15.
  • 19) Decr.
  • Apostolicam actuositatem, n.5.
  • A lo largo del curso 2017-18 distintas actividades sirvieron para señalar el aniversario del que se hace eco este ensayo.

Desde puede acceder al reportaje especial sobre la «homilía del campus» en la web de la Universidad. : La secularidad cristiana: mirar el mundo desde Dios

¿Dónde surge la vida consagrada?

La particularidad de la Vida Consagrada tiene su origen para Balthasar en la voluntad del que llama, que quiere que algunos puedan participar de su forma de vida, de su propia intimidad, de su pobreza, castidad y obediencia en manera radical. Quiere que, dejándolo todo, estén con él (Mc 3,14).

¿Qué dice la Biblia sobre la consagración?

La consagración es final – Una vez que un animal era colocado en el altar como un holocausto a Dios, ya no se quitaba. Era santo a Dios. La Biblia dice: todo lo consagrado será cosa santísima a Jehová (Levítico 27:28). Una vez que yo haya consagrado mi vida a Dios, ya no podré tomarla de nuevo.

¿Cuáles son los derechos consagrados?

Const.; Arg. y Ur. Derecho de los individuos dispuesto por norma constitucional, cuya eventual limitación, lícita exclusivamente en supuestos de existencia de razones de interés general que la justifiquen, se reserva formalmente a la ley.

¿Qué es consagrar un hijo a Dios?

Acontecimientos históricos y de las Escrituras – Explique que en los primeros días de la Iglesia se mandó a los miembros que compartieran entre sí todas las cosas con las cuales habían sido bendecidos. A ese mandamiento se le llamó la ley de consagración.

Escriba la palabra consagración en la pizarra. Explique que consagrar significa dedicar o dar con un propósito sagrado. Enseñe a los niños acerca de la ley de consagración, tal como se describe en Doctrina y Convenios 42:30–39, 42, 53–55, 71–73 y en el siguiente relato del acontecimiento histórico. A principios de 1831, cuando los miembros comenzaron a congregarse en Ohio, el profeta José Smith empezó a preocuparse porque muchos de ellos eran muy pobres y carecían de lo más necesario, como alimentos, ropa y vivienda.

El Profeta comenzó a pensar en la forma de ayudar a esos miembros de la Iglesia. Cuando el Profeta llegó por primera vez a Kirtland, encontró que un grupo de miembros de la Iglesia vivían juntos en la granja de Isaac Morley. Habían leído en la Biblia que los miembros de la época de Jesús tenían todo en común (véase Hechos 2:44–45 ; 4:32 ) y deseaban vivir de esa misma forma.

Sin embargo, ese sistema no siempre daba buenos resultados. Por ejemplo, un hermano pensó que si todo lo tenían en común, tenía el derecho de vender el reloj de otro de los hermanos, lo que enojó mucho a su dueño. El Profeta se dio cuenta de que, a pesar de estar bien que esas personas trataran de compartir todo lo que tenían, el Señor no había aprobado ese plan de vida.

José Smith oró entonces pidiendo al Señor que le dijera lo que deseaba que hicieran los miembros de la Iglesia. Pocos días después de haber llamado a Edward Partridge como obispo de la Iglesia, el Señor le reveló a José Smith la ley de consagración (véase D.

  1. Los miembros tenían que consagrar, o sea dar, todas las propiedades, ya fueran muebles o inmuebles, a la Iglesia, y el obispo sería responsable por esas consagraciones.
  2. Junto con el jefe de cada familia, el obispo decidía qué propiedades y posesiones la familia necesitaba para trabajar y vivir y se las entregaba a la familia.
  3. Las familias tenían que trabajar diligentemente para mantenerse utilizando lo que se les había dado. Una vez que tenían todo lo que necesitaban y deseaban, todo el sobrante de lo que habían ganado o logrado se lo tenían que dar al obispo para la ayuda de los pobres y el fortalecimiento de la Iglesia.

Esa ley ayudó a la Iglesia a progresar y a los miembros a preocuparse los unos por los otros mientras vivieron en Ohio y Misuri. La gente donaba su tiempo y sus habilidades, así como también dinero y posesiones para que la obra misional pudiera llevarse a cabo, para que se pudiera construir un templo y para que los miembros que llegaban tuvieran un lugar donde vivir y alimentos para comer.

Aun cuando la mayoría de las personas eran pobres, cuando compartían lo que poseían, todos tenían suficiente. La gente hacía donaciones diversas; por ejemplo, todos ayudaron a edificar el Templo de Kirtland. Los varones trabajaron en la construcción y las hermanas hicieron la ropa para los obreros y las cortinas y alfombras.

Alguien donó un caballo y una yunta de bueyes y la Iglesia los vendió y utilizó ese dinero para comprar materiales de construcción para el templo y alimentos para los trabajadores que lo estaban construyendo. Una hermana pasó todo el verano hilando casi cincuenta kilos de lana, y cuando le dijeron que podía quedarse con la mitad por haber trabajado tan diligentemente, contestó que los trabajadores del templo necesitaban la lana más que ella y sólo se quedó con un poquito que no alcanzaba ni siquiera para hacer un par de calcetines.

Muchas personas trabajaban en la obra misional. Los hombres salían a la misión y los demás miembros colaboraban para cuidar de sus familias y darles alimentos y ropa mientras ellos se encontraban lejos. Una vez el Profeta llamó al hermano John E. Page como misionero para que fuera a Canadá, pero él le contestó que no podía porque no tenía abrigo para ponerse.

Entonces el Profeta se sacó el que llevaba puesto y se lo dio. Debido a que estaban dispuestos a trabajar diligentemente y a compartir lo que tenían, los miembros de la Iglesia tenían lo necesario y la Iglesia tenía el dinero suficiente para llevar a cabo otros objetivos importantes, tales como el comprar tierras en Misuri para edificar casas y un templo.

Al ayudarse mutuamente, el testimonio de los miembros sobre la veracidad del Evangelio aumentaba y el reino de Dios sobre la tierra se fortalecía. Los primeros miembros de la Iglesia vivieron la ley de consagración sólo por un corto tiempo. Algún día la Iglesia pondrá en práctica nuevamente la ley de consagración, pero en la actualidad, se nos pide que vivamos sólo una parte de ella.

No se nos solicita que demos todo lo que tenemos a la Iglesia, pero se nos pide que paguemos los diezmos y las ofrendas de ayuno. (Si lo considera necesario, explique que cuando ayunamos, se nos insta a contribuir por lo menos con el dinero que hubiéramos gastado en dos comidas ese día y se lo demos a la Iglesia.

Esas son las ofrendas de ayuno.) Los diezmos y las ofrendas de ayuno se utilizan para socorrer a los pobres, edificar templos y centros de reuniones y satisfacer otras necesidades de la Iglesia, tales como los manuales para las clases. Se nos ha pedido que demos de nuestro tiempo y habilidades, como por ejemplo, que demos discursos o enseñemos lecciones en la Primaria.

Cuando damos, ya sea de una forma u otra, ayudamos a edificar el reino de Dios sobre la tierra.

¿Qué es la Iglesia cómo institucion humana?

La Iglesia es una institución ya que se trata de una forma de regular la conducta del hombre, que tuvo su origen en la necesidad, como todas las religiones en el mundo, de creer en un Dios, un ser superior que fuera capaz de dominar las fuerzas de la naturaleza y el mundo.

¿Dónde surge la vida consagrada?

La particularidad de la Vida Consagrada tiene su origen para Balthasar en la voluntad del que llama, que quiere que algunos puedan participar de su forma de vida, de su propia intimidad, de su pobreza, castidad y obediencia en manera radical. Quiere que, dejándolo todo, estén con él (Mc 3,14).

¿Cómo es la vida de una laica consagrada?

Mujeres en la Iglesia; las laicas consagradas hacen escuchar sus voces «Ordo virginum». Así se define, en el latín canónico, la mayor experiencia de la espiritualidad femenina después del Concilio: chicas y mujeres que, en los últimos 40 años, se han consagrado (con los votos de castidad, pobreza y obediencia) a la vida de perfección cristiana, pero permaneciendo «en medio del mundo».

  1. Son testimonio, son (evangélicamente) «sal de la tierra», pero también contracorriente en esta sociedad del “fast-sex” y del “hago lo que me da la gana”.
  2. A 40 años de la revisión de las disposiciones relativas a la vida religiosa (del 31 de marzo de 1970), en Italia ha habido algo así como 450 consagraciones y más de 4000 en todo el mundo.

Del 27 al 29 de agosto, en Bérgamo (norte de Italia), se encontrarán 250 consagradas italianas, por una iniciativa de la diócesis. Las laicas consagradas son mujeres que, tras un serio camino de discernimiento y formación, son consagradas por el obispo y después siguen viviendo en el mismo contexto social y eclesial «sin ningún cambio exterior particular» (Benedicto XVI, cuando fue el Encuentro Internacional de 2008), inmersas en la cotidianeidad del trabajo y del esfuerzo y en el anuncio de «cielos nuevos y de la tierra nueva».

  1. La consagración de las vírgenes sólo la puede llevar a cabo el obispo diocesano, que la confiere públicamente y con la ayuda de un sacerdote experto en la vocación del sacerdocio.
  2. El “Ordo Virginum”, es decir la antigua orden de las vírgenes, volvió a nacer con el Concilio Vaticano II y la Constitución sobre la sagrada liturgia, el “Sacrosantum Concilium” que, en el número 80 dice: «Sea sometido a revisión el rito de la consagración de las vírgenes, que se encuentra en el pontifical romano».

En 1970 Pablo VI promulgó la edición “typica” del Rito en latín, y en 1980 fue publicada la versión italiana. El Código de Derecho Canónico, en el canon 604 incluye la orden de las vírgenes en las demás formas de vida consagrada, pero solo si expresan el propósito de seguir a Cristo y servir a la Iglesia de la mano del obispo diocesano, tal y como establece el rito litúrgico aprobado.

  • Además, las vírgenes tienen la facultad de asociarse.
  • El Catecismo de la Iglesia Católica, en tres artículos (922-924), cita esta forma de vida consagrada, recordando su origen apostólico; el número 7 de la exhortación apostólica “Vita consacrata” expresa la alegría y la esperanza al ver florecer de nuevo la vieja orden de las vírgenes.

San Ignacio confirmó (en la Iglesia de Smyrna) la presencia de un grupo de vírgenes castas y asimiladas en el colegio de las viudas. Desde el siglo IV, cuando la iglesia comenzó a institucionalizarse, encontramos las huellas de un rito de consagración.

  • Fue el Nuevo Testamento el que “reformara” la virginidad: el ejemplo de María y de Jesús, los escritos de San Pablo fueron ejemplos que, a partir de la Iglesia apostólica, suscitaron tanto en hombres como en mujeres el deseo de escoger «la virginidad por el Reino».
  • Se trata de una nueva forma de consagración, reconocida por la Iglesia, que se añade a la consagración religiosa de todas las mujeres que se dedican a Dios y a la Iglesia en los diferentes Institutos religiosos viejos y nuevos.

El viejo Código de derecho canónico prohibía que las mujeres que vivían en el “mundo” fueran consagradas, pero el Vaticano II reconoció que también las mujeres que viven en el mundo (y que no son monjas ni religiosas) pueden llevar a cabo una forma elevada de consagración y constituyen una verdadera riqueza para la Iglesia.

Las vírgenes consagradas no pertenecen ni a una orden ni forman una asociación nueva, sino que forman parte integral de la Iglesia local; viven su espiritualidad solas o en sus familias, trabajan, pueden asociarse (como sucede con las vírgenes italianas), pero sus vidas están marcadas por una «dedicación de amor a Cristo y a la Iglesia, que significa abandono a la voluntad divina y apertura a las exigencias de la Iglesia universal y de la Iglesia local, la propia diócesis.

La virginidad y la dedicación a la Iglesia son la fortaleza del “Ordo Virginum”, pero sus vidas tienen que regirse por la oración, la liturgia de las horas y la vida eucarística y mariana». : Mujeres en la Iglesia; las laicas consagradas hacen escuchar sus voces

¿Qué son las vocaciones consagradas?

La vocación al sacerdocio y la vocación a la vida consagrada consisten en la llamada de Dios y la respuesta de la persona llamada. El Señor tiene siempre la iniciativa, pero es también necesaria la respuesta.