Hedonismo y utilitarismo – El utilitarismo es una doctrina filosófica en la cual la utilidad es un principio moral. El utilitarismo es desarrollado por el filósofo Jeremy Bentham (1748-1832), en la cual estipula que las acciones morales son aquellas que proporcionan placer y disminuye el dolor.
Para definir cuál es una acción moral basta estimar sus acciones positivas o negativas, y si la misma supera el mal se puede considerar que se trata sin duda alguna de una acción moral. El utilitarismo de Bentham se asemeja con el hedonismo ya que considera que las acciones morales disminuye el dolor y proporciona felicidad.
Por su parte, el filósofo John Stuart Mill (1806-1873), desarrollo esta doctrina, y se alejó un poco de la concepción dada en un principio al utilitarismo, ya que destacó que el placer y la felicidad deben de calcularse a partir del mayor bien para el mayor número de personas que se benefició positivamente en referencia a ciertos placeres que algunos son superiores a otros, y cualquier cosa que obstruya la felicidad es considerado como inútil por lo cual se debe de apartar de la vida.
¿Qué es el placer y el dolor para Epicuro?
Una filosofía para ser feliz – Según los historiadores, Epicuro dejó a su muerte una enorme producción literaria de más de 300 obras y tratados, pero, tristemente, apenas ha llegado nada hasta nosotros. Hoy, tres cartas (a Heródoto, sobre gnoseología –o epistemología, teoría del conocimiento– y física; a Pitocles, sobre cosmología y astrología; y a Meneceo, la más famosa, sobre ética) nos permiten conocer sus tesis fundamentales, así como apuntes diversos sobre él, principalmente del poeta latino Tito Lucrecio Caro ( De rerum natura) y Diógenes Laercio, gran historiador griego que dedicó a Epicuro en exclusiva el último capítulo de su imprescindible obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, Cabeza de Epicuro. Copia romana de la era imperial (siglo II antes de Cristo) de un original griego. Pese a que la filosofía de Epicuro engloba las principales ramas de la filosofía, se centra en la ética, y de esta, en un aspecto concreto: la felicidad.
Cuestión básica según Epicuro, pues es la principal motivación que persigue todo ser humano en su vida. Existen dos factores que determinan nuestro grado de felicidad: el placer y el dolor. El primero nos acerca a ella, mientras que el segundo nos aleja de la misma. De este modo, Epicuro determina que la clave de una vida feliz es conseguir acumular la mayor cantidad de placer mientras reducimos al máximo el dolor.
De hecho, esta segunda parte de la fórmula es más importante que la primera. El requisito indispensable para una buena vida es la erradicación del dolor. Epicuro es, por tanto, un hedonista, sí, pero no de la manera de otros filósofos, como por ejemplo Aristipo de Cirene (que es lo que se entiende normalmente por hedonista: un amante de los placeres corporales).
El de Samos apuesta por el placer, pero lo hace desde un punto de vista del todo racional. Los principales placeres que hemos de perseguir no son los corporales, pues, pese a su intensidad, son efímeros y desaparecen enseguida. Hemos de buscar antes los placeres espirituales. Ahora bien, para escoger y saciar cualquier deseo placentero, es necesario hacer uso de una virtud, la prudencia, pues sólo con ella podremos disfrutar de un modo inteligente.
Es gracias a la prudencia que somos capaces de rechazar un placer que más tarde podría provocarnos dolor (como ocurre con las adicciones). Es ahí donde se producen los grandes malentendidos en la filosofía de Epicuro. No apuesta, en absoluto, por una existencia lasciva y descontrolada; al contrario, apuesta por una existencia moderada y basada en el autocontrol, pues considera que, de esa manera, se maximiza el placer y se evita, en lo posible, el dolor.
- Es por ello por lo que centra su búsqueda de aquellos placeres que son seguros y a largo plazo.
- ¿En qué se traduce entonces su idea de una vida feliz? En una vida sencilla, con sólidas amistades, pequeños placeres y alejada de tensiones innecesarias.
- Una vida tranquila, sin excesos.
- Independiente. Autónoma.
Autárquica. Una vida basada en el mismo principio de la filosofía estoica: la ataraxia. La tranquilidad de ánimo. La paz de espíritu. Y toda su filosofía está enfocada a ello. Para Epicuro, el conocimiento no sirve para nada si no ayuda al hombre a ser feliz.
¿Cuál es el origen del hedonismo?
Orígenes del hedonismo – En concreto esta filosofía, que establece como objetivo de la vida el placer de los sentidos, fue impulsada por el filósofo griego Epicuro de Samos, que vivió en el periodo comprendido entre los siglos IV y III a.C y que estableció que la meta máxima de cualquier ser humano debe ser el conseguir la felicidad.
Ello supone, por tanto, que haya que satisfacer de manera moderada las necesidades que tenga su cuerpo, que deba buscar los bienes materiales que le dan seguridad y que cultive la amistad, el amor, las letras y las artes. Dado que la idea de placer es subjetiva, intelectuales con ideas muy diferentes suelen ser incluidos dentro del grupo de los hedonistas.
Es frecuente, de todos modos, que se divida al hedonismo en ético y psicológico, Para el hedonismo, la búsqueda de placer debe ser el objetivo de las personas. Puede servirte: Amor platónico
¿Cuáles son las características del hedonismo?
Las principales características de una persona hedonista son: · Una de sus principal característica es su búsqueda constante del placer y evitar a toda costa el dolor. · Para todos los hedonistas la principal importancia era el placer espiritual que el placer de la sensibilidad.
¿Cómo se le llama al placer de sentir dolor?
Masoquismo, la delgada línea entre el dolor y el placer tiene su explicación científica Pareciera que para el ser humano el dolor y el placer siempre han estado entrelazados. Todo dolor hace que el sistema nervioso central libere endorfinas, proteínas cuya misión es la de bloquear esa sensación. Utensilios típicos de la práctica masoquista Getty Images/iStockphoto Las endorfinas estimulan las regiones límbica y prefrontal del cerebro, que son las mismas que se activan con el amor apasionado y la música, de una forma similar a la que lo hacen la morfina y la heroína.
- A la par, el dolor producto del ejercicio intenso también provoca un aumento súbito de los otros analgésicos del cuerpo: las anandamidas, que se conocen como los “químicos de la felicidad” e inducen un cálido placer, en una sensación parecida a la que provoca fumar marihuana.
- Como refiere la sexóloga en su libro ‘Lo normal es ser raro’, los sistemas que procesan el placer y el dolor en el cerebro humano son distintos pero pueden estar activados al mismo tiempo.
Y tenga una base científica o no, lo cierto es que hay algunas personas que disfrutan con el dolor. Escena masoquista Willie B. Thomas/iStockphoto Además, matiza la sexóloga, en muchos casos va unido a una situación morbosa que es otro añadido más para la excitación. Muchas veces será la sensación psicológica de sumisión, en la que el placer viene por la humillación y la dominación, por la situación de entrega y sometimiento. Es importante siempre, pero sobre todo cuando se está en ese rango elevado, abogar por una práctica controlada y dentro de unos límites sensatos. En juegos severos se establece una palabra de seguridad para que quien esté recibiendo castigo pueda parar el juego si se va más allá de lo soportable.
¿Cómo se llama el placer al dolor?
El término masoquismo incluye aquellas conductas asociadas a recibir dolor con el objetivo de sentir placer, pudiendo estas contribuir así a la excitación sexual de una persona. En cambio, se ha utilizado el concepto de sadismo para denominar la satisfacción de ejercer estos comportamientos en otros para la búsqueda de la satisfacción sexual.
- En ocasiones, estas pulsiones pueden darse de forma conjunta en la persona.
- El término masoquismo proviene del escritor austriaco Masoch, muy reconocido por sus descripciones de la vida misma en sus obras, como en el libro La Venus de las pieles, en el cual relata escenas de duros castigos dentro de la relación sexual.
También podríamos entender el concepto como un aprecio por sufrir dolor físico o moral, pero también humillación o sumisión durante el placer sexual con el fin de experimentar un aumento del deseo y disfrute, En líneas generales, las personas que practican el masoquismo disfrutan sexualmente del dolor o la dominación a la que otros puedan someterlos.
Y en ocasiones, de otro modo su experiencia sexual se siente incompleta o insatisfactoria. Esto a menudo implica situaciones de sometimiento físico y/o emocional, como ataduras, maltrato físico, amordazamiento, inmovilización o simplemente relaciones sexuales agresivas. En psicología, el masoquismo también puede darse a nivel psicológico, como una forma de defensa, alivio o autocastigo para determinados sentimientos.
Por ejemplo, una persona que padece intensos sentimientos de culpa puede buscar convertirse en víctima en medio de alguna situación vital.
¿Qué propone Epicuro para contrarrestar el sufrimiento?
¿Qué nos asusta de la muerte? Las lecciones de Epicuro para tener una buena vida La filosofía griega presenta una nítida vocación ética. Para el hombre contemporáneo la palabra ética connota siempre preceptos negativos, prohibiciones. Sin embargo, para una griego, que no concibe la moral como un catálogo de normas, la ética es el arte, quizá la ciencia, de vivir de la mejor manera posible, de alcanzar la plenitud de la existencia.
- En una palabra, la ética nos enseña a ser felices.
- Los filósofos helénicos se dividen en dos grupos respecto de la cuestión de la felicidad.
- Los optimistas creen que la vida dichosa es algo, por así decir, positivo, que posee un contenido propio, un estado alcanzable por el ser humano.
- Por tanto, la satisfacción no es la mera ausencia de insatisfacción,
En cambio, los pesimistas, que son mayoría, opinan que a lo más que cabe aspirar es a no ser profundamente desdichado, que lo que se denomina dicha no es sino la desaparición del dolor, Para estos últimos, la vida feliz se parecería a un estado neutro de no sufrimiento.
- La beatitud, entendida como una satisfacción genuina, es dejada a los dioses, pues lograrla excede la capacidad humana.
- Epicuro no pensaba que el placer sea en sí mismo malo sino qque casi todo placer lleva consigo, como compañero inseparable, su porción de dolor Entre los filósofos pesimistas destacan Epicuro y su escuela.
Identifican felicidad con placer, pero se apresuran a añadir que el mayor placer que le es dado encontrar al ser humano es, básicamente, la eliminación, o la amortiguación, del dolor que acompaña necesariamente a toda vida humana. El hedonismo de Epicuro es austero, casi ascético, porque entiende que quien se entrega a la búsqueda de los placeres obtiene siempre más dolor que placer y, por tanto, lo sensato, lo racional, es domeñar el impulso hacia el placer.
- No es que piense que el placer sea en sí mismo malo –todo lo contrario, es lo único bueno–, sino porque casi todo placer lleva consigo, como compañero inseparable, su porción de dolor.
- Como cualquier otro filósofo helenista, Epicuro pretende curar a la humanidad de su sufrimiento, aliviar el pesar de los seres humanos, quitarles el dolor evitable que experimentan.
Propone el tetrafármaco, el cuádruple remedio, para sanar la propensión humana a caer en una vida generalmente atravesada de dolor. A modo de bálsamo de Fierabrás, el tetrafármaco cura las heridas de la vida. Sus cuatro componentes se recogen en los siguientes versos: “No temas a Dios, no te preocupes por la muerte, lo bueno es fácil de conseguir, lo espantoso es fácil de soportar”. Aliviar el dolor humano requiere identificar su origen. ¿Cuál es la principal fuente de sufrimiento para la humanidad? ¿De dónde proceden en mayor medida sus penas? Sin duda, el mayor mal, lo que más nos hace sufrir, es el temor. No hay mal comparable con el miedo de sufrirlo.
La perspectiva del dolor nos atenaza mucho más que el dolor que se presenta y muerde en nuestro cuerpo o en nuestra alma. Los males previstos son siempre más pavorosos que los males existentes. Y entre los temores que amargan la existencia de los seres humanos destaca, sobre todos, el miedo a morir. Según Epicuro, cada una de nuestras escasas dichas está perturbada por el continuo temor, rara vez atendido pero siempre presente como trasfondo de nuestra mente, a morir.
De la misma forma que en el concierto barroco el bajo continuo acompaña a la melodía, la certeza de que hemos de morir empaña cada momento de felicidad que alcanzamos. El primer remedio tiene que dirigirse, en consecuencia, a eliminar de cada persona su temor a la muerte.
¿Qué nos espanta del morir? Piensa Epicuro que lo más terrible de la muerte para sus coetáneos es que esta no exista realmente, Suena paradójico, pero es así. No fue el cristianismo quien inauguró la creencia en el más allá y la fe en la supervivencia del yo tras la muerte física. Y es motivo de terror para muchos seres humanos, de antaño y de hoy, que el óbito no cierre para siempre la conciencia.
Y esa vida tras la muerte es concebida habitualmente por muy distintas culturas con una curiosa esperanza en la justicia, como un momento y un lugar en que cada cual recibirá lo que le corresponde en virtud de sus méritos y culpas. El Libro de los muertos en Egipto, una guía Baedeker del más allá, ya informaba hace cuatro mil años de qué iba a ser juzgado el difunto por los dioses al comienzo de su vida de ultratumba; en el momento culminante de Hamlet, en pleno monólogo sobre si ser o no ser, el príncipe de Dinamarca no se hunde la daga en el pecho porque se pregunta si la muerte será realmente un sueño sin sueños, una pérdida de la conciencia, en vez de un cambio de escenario.
Evita el suicidio porque no sabe convencerse de que la muerte es el final de todo. Por esta razón, Epicuro se dirige a su discípulo para infundirle la convicción de que con la muerte acaba la individualidad; que la vida del más allá no existe. La idea de que no hay vida de ultratumba se funda en una concepción puramente materialista del ser humano, en las antípodas del dualismo platónico, y en el desdén que los dioses, eternamente felices, sienten por los humanos, cuyas vicisitudes y anhelos les traen al fresco.
Epicuro cree que quien goza no se ocupa de hacer justicia, y por eso sitúa en el balneario ocioso a los seres sobrenaturales que podrían restablecer, si quisiesen, el orden moral perturbado aquí abajo. Proclama una y otra vez Epicuro: cuando tú eres, tu muerte todavía no es; y cuando tu muerte sea, tú ya no serás Pero no solamente queda declarada inexistente la vida tras la muerte, ese vagar en el Hades de las almas en pena imaginado por Homero, sino que la muerte misma, entendida como ese momento único en que uno pasa a la inconsciencia para no retornar jamás de ella, tampoco existe para quien es su protagonista.
me respondió: – No temas; tú no verás caer la última gota que en la clepsidra tiembla”.
Ciertamente, lo que se da, lo que experimenta el individuo moribundo son los instantes, a veces desesperadamente largos e incómodos, que anteceden a la muerte. La agonía sí que encuentra a su sujeto, Esta también aterroriza. Epicuro ofrece también un remedio no tanto para evitarla como para temerla mucho menos, hasta convencernos de que lo espantoso es fácil de sobrellevar.
- Y qué duda cabe que la tecnología médica actual ayuda mucho más a disminuir el dolor que la agonía puede traer consigo que los rudimentarios conocimientos médicos de la época epicúrea.
- El fin de un camino Epicuro sería ciego ante la naturaleza humana si no viese que las creencias en un juicio tras la muerte y el temor mismo a la enfermedad que lleva a la muerte fuesen las únicas causas del pavor que experimenta el ser humano ante la perspectiva indudable de que ha de morir.
Porque a estos dos factores se une un tercero, mucho más lacerante, posiblemente, que los dos anteriores. La muerte trunca nuestros proyectos. El hecho mismo de que esta exista ya como posibilidad y que con total seguridad se hará, tarde o temprano, realidad, pone un plazo a nuestros planes.
Entrevemos que nunca nos dará tiempo a llevarlos a su plenitud. ¿Quién, incluso tras una vida larga en la que conoce como adultos a los hijos de sus hijos, puede echar la vista atrás y decirse que ha tenido tiempo de realizar cuanto se propuso? El epicureísmo es el arte de vivir en el momento, de prescindir del tiempo, como quizá hagan los animales sin proponérselo, acaso los únicos felices además de los dioses También para este mal tiene la filosofía de Epicuro un remedio, más costoso de imponérselo uno a sí mismo que el de desprenderse de las consideradas creencias supersticiosas en el más allá.
Consiste en renunciar a los proyectos, o mejor aún, puesto que es imposible la vida sin planes, en comprometerse lo menos posible con ellos. El desapego hacia todo, especialmente hacia lo que es más querido, es la clave del arte de vivir epicúreo. “Ten amigos como si no los tuvieras, porque su pérdida, por su muerte o su alejamiento, duele más que el placer que depara su compañía”.
- Y esta máxima, relativa a los amigos, se extiende a todo aquello en lo que solemos poner nuestro afecto.
- El epicureísmo es el arte de vivir en el momento, de prescindir del tiempo, como quizá hagan los animales sin proponérselo, acaso los únicos felices además de los dioses.
- Para un fiel seguidor de la filosofía del jardín ni el pasado ni el futuro han de contar.
La máxima epicúrea aconseja que te concentres en el instante presente. Carpe diem, disfruta el momento, es una invitación a no añorar el pasado ni sentir remordimiento por él, pero también a no poner en el futuro ninguna esperanza. En cierto modo, el epicureísmo es una filosofía antihumana pues obliga a que el hombre se despoje de su sustancia, el tiempo, que es de lo que está hecha su existencia. : ¿Qué nos asusta de la muerte? Las lecciones de Epicuro para tener una buena vida
¿Qué dice Epicuro?
B) La física. – Según la física de Epicuro toda la realidad está formada por dos elementos fundamentales. De un lado los átomos, que tienen forma, extensión y peso, y de otro el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos. Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos.
- El ser humano, de la misma forma, no es sino un compuesto de átomos.
- Incluso el alma está formada por un tipo especial de átomos, más sutiles que los que forman el cuerpo, pero no por ello deja el alma de ser material.
- Debido a ello, cuando el cuerpo muere, el alma muere con él.
- Con respecto a la totalidad de la realidad Epicuro afirma que ésta, como los átomos que la forman, es eterna.
No hay un origen a partir del caos o un momento inicial. Tal y como leemos en la Carta a Herodoto: “Desde luego el todo fue siempre tal como ahora es, y siempre será igual.” Toda esta concepción atomista procede claramente de Demócrito, pero Epicuro no duda en modificar la filosofía de aquel cuando le conviene, pues no quiere aceptar el determinismo que el atomismo conllevaba en su forma original.
- Por ello introduce un elemento de azar en el movimiento de los átomos, una desviación de la cadena de las causas y efectos con lo que la libertad queda asegurada.
- Este interés por parte de Epicuro en salvaguardar la libertad es fruto de la consideración de la ética como la culminación de todo el sistema filosófico al cual se han de subordinar las restantes partes.
Estas son importantes tan sólo en la medida en que son necesarias para la ética, tercera y última división de la filosofía.