A menudo, cuando los niños no quieren ir al colegio, están experimentando una serie de sentimientos que no son capaces de expresar : estrés, ansiedad, fobia social o pánico escénico, pueden ser algunas de las causas. Es común que muchos niños, después de haber pasado un fin de semana sin contratiempos, se quejen de diversos malestares recurrentes: dolor de estómago o de cabeza, ganas de vomitar o dificultad para caminar o incluso para ver correctamente, pueden ser algunos de los impedimentos que lleven a los padres a preguntarse ¿qué puede pasarle? Sin embargo, cuando esta situación se repite y suele ocurrir los lunes por la mañana o tras un periodo de vacaciones o sin razón aparente, surgirá la duda de si es bueno obligarle a ir al colegio.
– Averiguar si ha tenido alguna discusión con algún compañero o compañera que le resulte difícil de resolver por sí mismo y si se viene repitiendo, en ese caso, debemos informar en el colegio a los tutores. – Asegurarse de que no está teniendo problemas académicos, Para ello, deberemos estar al corriente de los aprendizajes que va incorporando y de si tienen especial dificultad en alguna asignatura, También, llevar un seguimiento de las pruebas y exámenes a las que debe enfrentarse ya que a menudo puede ser una respuesta de miedo al fracaso y a la exposición pública. – Debemos mantener conversaciones periódicas sobre su estado de ánimo. En ocasiones, una discusión doméstica a la que no damos demasiada importancia puede ser devastadora para ellos, generando sentimientos de estrés y en ocasiones más graves, ansiedad por separación.
¿Qué debo hacer si mi hijo no quiere ir a la escuela?
Entender el problema – Para casos más serios de rechazo escolar, el primer paso en el tratamiento es obtener una evaluación diagnóstica integral. Si bien el rechazo escolar no es un trastorno diagnosticable, a menudo va de la mano de trastornos como ansiedad por separación, ansiedad social, depresión o trastornos de pánico,
¿Por qué mi hijo no quiere ir al kínder?
A menudo, cuando los niños no quieren ir al colegio, están experimentando una serie de sentimientos que no son capaces de expresar : estrés, ansiedad, fobia social o pánico escénico, pueden ser algunas de las causas. Es común que muchos niños, después de haber pasado un fin de semana sin contratiempos, se quejen de diversos malestares recurrentes: dolor de estómago o de cabeza, ganas de vomitar o dificultad para caminar o incluso para ver correctamente, pueden ser algunos de los impedimentos que lleven a los padres a preguntarse ¿qué puede pasarle? Sin embargo, cuando esta situación se repite y suele ocurrir los lunes por la mañana o tras un periodo de vacaciones o sin razón aparente, surgirá la duda de si es bueno obligarle a ir al colegio.
– Averiguar si ha tenido alguna discusión con algún compañero o compañera que le resulte difícil de resolver por sí mismo y si se viene repitiendo, en ese caso, debemos informar en el colegio a los tutores. – Asegurarse de que no está teniendo problemas académicos, Para ello, deberemos estar al corriente de los aprendizajes que va incorporando y de si tienen especial dificultad en alguna asignatura, También, llevar un seguimiento de las pruebas y exámenes a las que debe enfrentarse ya que a menudo puede ser una respuesta de miedo al fracaso y a la exposición pública. – Debemos mantener conversaciones periódicas sobre su estado de ánimo. En ocasiones, una discusión doméstica a la que no damos demasiada importancia puede ser devastadora para ellos, generando sentimientos de estrés y en ocasiones más graves, ansiedad por separación.
¿Qué pasa si un niño falta mucho al kínder?
No subestime lo perjudicial que son estas inasistencias escolares – Faltar solo dos días al mes a la escuela, por el motivo que sea, puede ser un problema para los niños en varios sentidos. Los niños ausentes crónicos en kínder y primer grado tienen menos probabilidades de leer al nivel adecuado para su grado cuando llegan a tercer grado.
- En el caso de los alumnos mayores, el absentismo crónico está estrechamente vinculado con el mal desempeño escolar, incluso más que las bajas calificaciones o los malos resultados en las pruebas.
- Cuando las inasistencias se acumulan, es más probable que estos estudiantes sean suspendidos y abandonen la preparatoria (escuela secundaria).
El absentismo crónico también está relacionado con el consumo de alcohol y drogas entre los adolescentes, así como también con la mala salud al llegar a la edad adulta.